Alcohol
El alcohol es una sustancia depresora del Sistema Nervioso Central que inhibe progresivamente las funciones cerebrales. Afecta a la capacidad de autocontrol, produciendo inicialmente euforia y desinhibición, por lo que puede confundirse con un estimulante.
El principal componente de las bebidas alcohólicas es el etanol o alcohol etílico, que tiene diferente concentración dependiendo de su proceso de elaboración. Las bebidas alcohólicas pueden ser:
Fermentadas
Son aquellas bebidas naturales elaboradas exclusivamente a partir de la fermentación de alimentos como la uva, los cereales, los frutos carnosos o las bayas. Son características de este grupo el vino, la cerveza y la sidra, oscilando su graduación alcohólica entre 1,2º y 14º
Bebidas alcohólicas espirituosas o destiladas
Son todas aquellas bebidas obtenidas por destilación de productos fermentados, por maceración en alcohol etílico o por adición de aromas, azúcares u otros productos edulcorantes al alcohol etílico o destilados, o las mezclas de las mismas entre sí o con otras bebidas, para obtener mayores concentraciones de alcohol, superando los 15º. Entre ellas el orujo, el pacharán, el vodka, el whisky, el ron o la ginebra.
Graduación alcohólica
La graduación de una bebida indica, aproximadamente, el volumen de alcohol etílico que contiene. Así, una botella de vino de 12º contiene un 12% de alcohol puro.
Las amistades y el entorno son muy importantes en la adolescencia: familia, profesorado, amigos…. ¿Cómo hacerlo?
- Teniendo una posición clara ante el alcohol:
– Entre los adolescentes no se puede hablar de consumo responsable: la única conducta responsable es no beber. A este respecto, el ejemplo es lo más preventivo.
- Estableciendo normas y límites en consonancia con lo anterior,
– Muchos estudios científicos han comprobado que los hijos de las familias que no han establecido normas contrarias al uso de alcohol, tienen mayor riesgo de consumirlas que los hijos de las familias dónde tales normas existen y son claras para todo el mundo.
– La primera norma es la prohibición expresa de beber. La venta y compra de alcohol a menores está prohibida. En todo el mundo occidental la ley prohíbe a los menores beber porque se sabe el daño que el alcohol produce en el organismo adolescente y en su maduración.
– La hora de regreso y el manejo de dinero cuando salen con sus amigos, están muy relacionados con el consumo. Poner límites en estos dos aspectos protegerán a nuestros hijos e hijas. - Controlando la venta y la promoción de alcohol a menores
– El alcohol ha sido la sustancia psicoactiva considerada como más fácil de obtener por los jóvenes en 2021 - Apoyando leyes que protejan a los menores.
- Manteniendo los vínculos afectivos con los hijos:
– Pasar tiempo con nuestros hijos, hablar con ellos, escucharles, prestarles atención y darles apoyo y cariño hará que nuestra capacidad de influencia sea mayor.
- Fomentando que participen en actividades positivas de tiempo libre:
– Hay que propiciar que nuestros hijos e hijas participen en actividades positivas, seleccionando aquellas que les gusten y les interesen, y que complementen su formación como personas.
- Teniendo una buena información:
– Acudiendo a fuentes fiables y expertas: los profesionales sanitarios (pediatra, médico de familia, profesionales de prevención en tu municipio…)
– Cuando nuestros hijos e hijas nos pregunten o surja el tema espontáneamente, hay que darles información veraz y objetiva evitando dramatización y exageraciones, ya que si no, perderemos su confianza
- Dándoles pautas de conducta cuando les ofrezcan alcohol:
– La mayoría de los adolescentes empiezan a beber porque algún amigo se lo ofrece y se sienten presionados por el grupo: no quieren ser distintos y quieren sentirse integrados. Desde pequeños hay que enseñarles a decir NO y a defenderse de las presiones.
- Participando en actividades preventivas.
– En muchos centros escolares se organizan programas de prevención que ayudaran en la educación en general y en concreto en la prevención del consumo de alcohol y otras drogas. Participa en ellos o pide en tu centro educativo que se realicen si no se hace ya.
El alcohol ingerido en una bebida es absorbido en el aparato digestivo, desde donde pasa a la circulación sanguínea en la que puede permanecer hasta 18 horas. Es eliminado finalmente a través del hígado. La presencia continuada de alcohol en el organismo y su consumo repetido es responsable de la mayoría de las lesiones que esta sustancia produce en nuestro cuerpo, como la cirrosis hepática o las encefalopatías en las que el funcionamiento de hígado y cerebro se ve gravemente alterado.
Pocos minutos después de haber bebido, pueden aparecer una serie de efectos, cuya manifestación varía según la cantidad ingerida y las características de cada persona. Por orden de aparición en el tiempo y en relación con la concentración de alcohol en el organismo, estos efectos serían los siguientes:
Los efectos del alcohol dependen de la cantidad consumida, pero existen otras circunstancias que los pueden acelerar o agravar:
La edad: Los jóvenes son más sensibles a los efectos del alcohol en actividades que tienen que ver con la planificación, memoria y aprendizaje, y son más “resistentes” que los adultos a los efectos sedantes y a la descoordinación motora.
El peso y el sexo: El alcohol afecta de modo más grave a las personas con menor masa corporal. En general, la mujer pesa menos y el tamaño de sus órganos internos es proporcionalmente más pequeño. Por lo tanto, menores cantidades de alcohol pueden generar más rápidamente daños psico-orgánicos y desarrollar problemas con el alcohol más fácilmente que en el varón.
La cantidad y rapidez de la ingesta: Según la cantidad de alcohol consumida, puede considerarse como de bajo, alto riesgo o peligroso. A mayor ingesta de alcohol en menor tiempo, mayor posibilidad de intoxicación.
La combinación con bebidas carbónicas (tónica, colas, etc.) acelera la intoxicación.
La ingestión simultánea de comida, especialmente de alimentos grasos, enlentece la intoxicación pero no evita ni reduce los daños al organismo.
La combinación con otras sustancias, como los tranquilizantes, relajantes musculares y analgésicos, potencia los efectos sedantes del alcohol. Cuando se combina con cannabis se incrementan los efectos sedantes de ambas sustancias; en el caso de la cocaína, que es un estimulante, los efectos se contrarrestan, pero la toxicidad de ambas sustancias es mayor que si se consumieran por separado.
El consumo de alcohol durante los fines de semana, sobre todo entre los jóvenes, se ha convertido en un problema de salud pública. Las investigaciones desarrolladas en los últimos treinta años, han demostrado que el consumo excesivo de alcohol puede provocar graves trastornos físicos, psicológicos y del comportamiento. El riesgo de padecer estos trastornos a lo largo de la vida es mayor cuando este consumo se inicia en la adolescencia.
Los problemas derivados del abuso de alcohol pueden producirse tanto a corto como a largo plazo.
A corto plazo
El abuso de alcohol conlleva los siguientes riesgos:
- Se puede llegar a la intoxicación etílica, que puede provocar un coma e incluso la muerte.
- Favorece conductas de riesgo, ya que el alcohol desinhibe y, además, provoca una falsa sensación de seguridad. Por ello, está relacionado con accidentes de tráfico y laborales o con prácticas sexuales de riesgo que pueden llevar a contraer enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.
Viajar en un vehículo cuyo conductor ha bebido
Según el Observatorio Español sobre Drogas en ESTUDES 2021, un 2,6 de los alumnos de 14 a 18 años, reconoce que en los últimos 12 años ha conducido un vehículo de motor (coche, moto…) tras haber consumido alcohol; siendo más elevado en el grupo masculino (3,5%) y en estudiantes de 18 años (6,0%). Si la situación del alumno es la de un pasajero en un vehículo conducido por alguien que había consumido alcohol, el porcentaje sube hasta el 15,0%. Esta circunstancia está más presente entre las chicas (16,3%).
Intoxicaciones etílicas en menores
Las intoxicaciones etílicas en menores durante los fines de semana han aumentado en los últimos años hasta 2010, año en que alcanzó el nivel máximo y desde entonces el valor ha ido disminuyendo hasta situarse en una prevalencia del 21,8% en 2016, aumentando ligeramente hasta 23,2% según datos publicados en ESTUDES 2021.
A largo plazo
El consumo excesivo de alcohol puede provocar importantes problemas de salud, conflictos familiares y sociales. Estos efectos pueden presentarse incluso en el caso de personas que no hayan desarrollado una dependencia y, por tanto, no sean consideradas alcohólicas. Destacan los siguientes:
- Hipertensión arterial
- Alteraciones del sueño
- Gastritis
- Agresividad
- Úlcera gastroduodenal
- Depresión
- Cirrosis hepática
- Disfunciones sexuales
- Cardiopatías
- Deterioro cognitivo
- Encefalopatías
- Demencia
- Cáncer
- Psicosis
Una de las consecuencias más graves del consumo excesivo de alcohol es el alcoholismo o dependencia alcohólica. Se trata de una enfermedad caracterizada por el consumo incontrolado de bebidas alcohólicas a un nivel que interfiere con la salud física o mental de la persona y con sus responsabilidades familiares, laborales y sociales.
El riesgo de desarrollar alcoholismo depende de varios factores, a destacar:
- La vulnerabilidad individual: los hijos de padre o madre alcohólica tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas con el alcohol, sobre todo si son varones. También tienen más riesgo aquellos que lo utilizan para aliviar el malestar psicológico o superar sus problemas personales.
- La edad de inicio: cuanto antes se empieza a beber, más riesgo existe de desarrollar dependencia en la edad adulta.
- La cantidad que se bebe: aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que no hay una cantidad “segura” por debajo de la cual no haya riesgos, se establecen tres categorías de bebedores en función de la cantidad ingerida y el sexo.
Para calcular la cantidad de alcohol consumida se utiliza la Unidad de Bebida Estándar (UBE).
Cuando el consumo se concentra en periodos cortos de tiempo, como por ejemplo en fin de semana, los riesgos y daños al organismo aumentan.
El consumo de alcohol en la adolescencia aumenta las posibilidades de desarrollar en la edad adulta un consumo abusivo o una dependencia de bebidas alcohólicas.
En España, según datos de la Encuesta sobre uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España ESTUDES 2021 en jóvenes de 14 a 18 años, los adolescentes empiezan a consumir alcohol a los 14 años de promedio.
El 73,9% de los jóvenes entre 14 y 18 años ha bebido alguna vez en su vida y el 1,6% lo ha hecho diariamente el último mes. Durante los últimos 30 días, el 23,2% se ha emborrachado y el 27,9% ha bebido cinco o más copas, vasos o cañas de alcohol en un tiempo aproximado de 2 horas (binge drinking o consumo en atracón). Las mujeres beben y se emborrachan más que los hombres.
Los jóvenes rara vez presentan cirrosis hepática u otros trastornos, que se suelen presentar en los adultos tras varios años de abusar del alcohol. Sin embargo las últimas investigaciones científicas han demostrado que el consumo de alcohol en la adolescencia, y especialmente el consumo “en atracón”, puede afectar el sistema nervioso central a distintos niveles:
- Interfiere en el desarrollo del cerebro que atraviesa un periodo crítico de cambios durante esta etapa, limitando su futuro y su potencial individual.
- Afecta, entre otras, la zona cerebral relacionada con la memoria y el aprendizaje (hipocampo).
- En los casos en que el consumo de alcohol produce síntomas de resaca o abstinencia, se producen daños sobre la memoria, el aprendizaje y la planificación de tareas.
Como consecuencia, se producen alteraciones de las relaciones personales, del rendimiento escolar, comportamientos violentos y conductas peligrosas para la salud como prácticas sexuales de riesgo o conducir bajo los efectos del alcohol.
Consumo cero
Existen situaciones en las que no se debe consumir nada de alcohol
- Menores de 18 años: beber alcohol mientras el organismo todavía se encuentra madurando, es especialmente nocivo. Cerebro, hígado y páncreas son muy vulnerables a los efectos del alcohol y durante su desarrollo pueden resultar gravemente afectados. También aumenta el riesgo de alcoholismo y/o abuso en la edad adulta.
- Embarazo o período de lactancia en mujeres: beber alcohol durante el embarazo supone un grave riesgo para el feto, ya que atraviesa la barrera placentaria que le protege durante su desarrollo.
- Ingesta de determinados medicamentos o drogas psicoactivas, por el efecto potenciador de la toxicidad.
- Conducción de vehículos o manejo de maquinaria.
- Mientras se trabaja o estudia.
Alcohol y embarazo
El Síndrome Alcohólico Fetal es en nuestro país la tercera causa de retraso mental grave y la más fácilmente evitable. Se presenta con frecuencia elevada entre los hijos de mujeres alcohólicas.
Mito: Beber alcohol sólo los fines de semana no produce daños en el organismo.
Realidad: El daño que provoca el alcohol depende del llamado “patrón de consumo”, es decir, de la cantidad (a mayor cantidad, mayor daño) y de la intensidad (la misma cantidad concentrada en menos tiempo es más dañina). También existe el riesgo de convertirse en un hábito, hasta el punto de no divertirse sin beber.
Mito: El consumo de alcohol ayuda a salir de las horas bajas, a superar el cansancio y a estar más animado y en forma.
Realidad: El consumo abusivo de alcohol hace perder el control sobre las emociones y sentimientos. Tras una breve sensación de bienestar, si se está triste o deprimido, esta situación se agudiza. Asimismo, se produce una mayor fatiga física y más sueño; también se pierde fuerza y coordinación.
Mito: El consumo de alcohol hace entrar en calor y combate el frío.
Realidad: El alcohol produce una sensación momentánea de calor al dilatar los vasos sanguíneos y dirigir la sangre hacia la superficie de la piel, pero en poco tiempo la temperatura interior del cuerpo disminuye y se siente más frío. Por eso, en situaciones de embriaguez hay que abrigar y proporcionar calor a la persona y nunca intentar espabilarla con duchas frías.
Mito: El alcohol es un alimento.
Realidad: El alcohol engorda pero no alimenta. Al contrario, aumenta la producción de grasa en el organismo.
Mito: El alcohol es bueno para el corazón.
Realidad: Diversos estudios han puesto de manifiesto que en adultos, el consumo moderado de alcohol disminuye el riesgo de padecer enfermedades de corazón, pero estos efectos beneficiosos no aparecen en todas las personas ni en todos los casos.
Mito: El alcohol facilita las relaciones sexuales.
Realidad: Al contrario, el consumo abusivo muchas veces dificulta o incluso impide unas relaciones sexuales plenas, provocando impotencia y otras disfunciones asociadas.
Mito: El que más aguanta el alcohol es porque es más fuerte.
Realidad: No existe relación alguna entre fortaleza o virilidad y “aguantar” un mayor consumo de alcohol. Si se aguanta mucho puede ser que el organismo se haya acostumbrado. Ha desarrollado tolerancia al alcohol y eso no significa que haga menos daño, sino que hay más riesgo de convertirse en dependiente y, por tanto, en alcohólico.
Mito: ¿Es beneficioso el consumo de alcohol?
Realidad: NO, cualquier consumo puede implicar un riesgo. Lo más beneficioso es no consumir alcohol.
Mito: ¿Algunas bebidas alcohólicas son mejores que otras?
Realidad: NO, los estudios científicos muestran que no hay diferencias entre los distintos tipos de bebidas alcohólicas. Por lo tanto no se puede recomendar ninguna de ella.